Download!Download Point responsive WP Theme for FREE!

«Vine para surfear unos días y me enamoré de las playas de Indonesia»

image

Un entrevista muy interesante la de este malagueño, un ejemplo de que la vida te puede cambiar en un sólo giro, y sobre todo, de que los sueños se pueden cumplir.

Cristian Santana Palomares (Torre del Mar, 29 de marzo de 1987) tenía un trabajo estable como comercial de productos de peluquería, pero en enero de 2012 decidió emprender una aventura con un amigo de la capital, Pablo Martín, también de 27 años. «Nos conocíamos de surfear juntos y un día tomando unas cervezas nos dijimos que porqué no nos íbamos unas semanas a Indonesia, que es uno de los países del mundo donde hay mejores olas», cuenta este joven torreño desde Kuta Lombok, un pequeño pueblo situado al sur de la isla indonesia de Lombok.

«Vine para unos días y me enamoré de este sitio, de las playas, de las olas, del paisaje, del clima, de la comida y de la gente. La verdad es que a muchos de mis amigos allí en Málaga les sorprendió que llamara para decir que me quedaba, porque tenía el billete de vuelta comprado, pero todo vino rodado», rememora Santana cuando está a punto de cumplir sus tres primeros años en la isla.«Primero llegamos a Bali, estuvimos allí unos días y nos recomendaron que para coger buenas olas fuéramos a la isla de Lombok», recuerda el joven.

«Nos alojamos en unas cabañas de madera y conocimos a otro español de Castellón, Alberto Rico, que también había ido allí para surfear. A los pocos días nos dimos cuenta de que podría resultar una buena opción de vida construir un hotel, con servicios como piscina, lavandería y un restaurante», comenta. Un socio local, Sansulki, les dio el último empujón que necesitaban y los cuatro se embarcaron en marzo de 2012 en la aventura del Kuta Baru Hotel, un establecimiento que ofrece veinte habitaciones y en el que están ultimando la apertura de un restaurante de comida indonesio-japonesa.

«Aquí la comida es muy sana y natural, toman mucho arroz, con salsas, carne o pescado, además de frutas, como plátanos, mangos y cocos, que puedes coger de las calles o playas», sostiene el joven, quien detalla que la isla de Lombok, con unos dos millones y medio de habitantes, está despertando al turismo. «La vida aquí debe ser como en España hace cien años, la gente no pasa hambre, porque hay recursos naturales para comer, pero viven con lo básico, no hay lujos. Tener televisión o internet es un privilegio al alcance de muy pocos», argumenta el joven surfero, que sigue intentando sacar tiempo para disfrutar de su mayor pasión: cabalgar las olas del océano Índico a lomos de su tabla.

«Aquí la comida es muy sana y natural, toman mucho arroz, con salsas, carne o pescado, además de frutas, como plátanos, mangos y cocos, que puedes coger de las calles o playas», sostiene el joven, quien detalla que la isla de Lombok, con unos dos millones y medio de habitantes, está despertando al turismo. «La vida aquí debe ser como en España hace cien años, la gente no pasa hambre, porque hay recursos naturales para comer, pero viven con lo básico, no hay lujos. Tener televisión o internet es un privilegio al alcance de muy pocos», argumenta el joven surfero, que sigue intentando sacar tiempo para disfrutar de su mayor pasión: cabalgar las olas del océano Índico a lomos de su tabla.

«No es que haya olas espectaculares, pero sí que las hay casi todos los días y eso es lo que nos gusta a los surferos», confiesa Santana, quien explica que las playas de la isla, que tiene una superficie inferior a la provincia de Málaga, son totalmente vírgenes y paradisíacas. «El volcán es una pasada, tiene un lago dentro del cráter, y es una de las maravillas del mundo».

A más de 12.000 kilómetros de su tierra natal, el joven malagueño, al igual que su socio y amigo Pablo Martín, echa de menos, «sobre todo, a la familia y a los amigos». Como Santana, Martín dejó atrás un trabajo estable, aunque mantiene un negocio de venta de gafas por internet. Por el momento, ninguno de los dos piensa en volver a España, donde reconocen que las cosas «van de mal en peor».