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¿Por qué no funciona el comercio en Galerías Goya?

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¿Conoces las famosas Galerías Goya del centro de Málaga? Pues son un fracaso comercial.  Numerosos son los intentos de los comerciantes por levantar este enclave de tiendas situado en el centro de Málaga. Pero todos los esfuerzos parecen que son en vano. Y no sabemos cuál puede ser el motivo.

Calle Calderería, viernes a las siete y media de la tarde. Algunos ya la llaman «la calle de los bares». La gente pasa. Muchas veces. Se sienta en las terrazas, huye de los relaciones públicas que reparten octavillas (o ‘flyers’), sigue caminando hacia la Plaza Uncibay. Pero pasa. Y pocas veces se detiene a mirar de frente a las perennes Galerías Goya. Y mucho menos, a entrar. «De media recibimos un cliente al día. Hay días que tres. Y otros que ninguno», sentencia Isabel Álvarez, que desde hace tres meses es gerente junto a Juan Peña de la tienda de muebles vintage Living Lluch, ubicada en la planta baja de las Galerías.

El primer centro comercial de Málaga sigue sin levantar cabeza. Tras varios intentos infructuosos (en 2009 el Ayuntamiento llevó a cabo un programa a través del Instituto Municipal de Formación y Empleo por el cual se facilitó el alquiler de diez locales), los viandantes siguen pasando de largo por las dos entradas de las Galerías, aquellas que desde su inauguración se miran en el madrileño mercado de Fuencarral.

¿Las causas? Según Cristina Bermejo, al mando de Milala desde hace tres meses y de un cincuenta por ciento de El Taller de Coloreta de un año a esta parte, el primer problema radica en que el acceso «es complicado». «Hay que invitar a entrar a la gente», opina Bermejo, que explica que las mesas de los locales colindantes y la fuente de la Plaza Uncibay corta el paso a la entrada de las Galerías, por lo que propone «acotar una entrada». A esto hay que añadir que el ascensor «funciona un día sí y un día no, las escaleras mecánicas siempre están paradas y las de obra no están limpias», y eso, opina la comerciante, «echa para atrás».

Por su parte, Isabel Álvarez y Juan Peña reclaman una campaña de promoción porque piensan que es difícil imaginar que dentro de las Galerías Goya haya tiendas. «Esto parece un poco fantasmal», comenta Álvarez. José Manuel Tauroni, que fue durante cuatro años presidente de la comunidad, apunta otro factor que no tiene que ver con el propio recinto, sino con los hábitos de compra locales: «El talante de los malagueños no está de acuerdo con los sitios muy cerrados, es tendente a la calle», argumenta.

Según Curro, conserje de Galerías Goya desde hace ocho años, la evolución del centro comercial es cada vez más decadente. El aspecto no ayuda. Locales bien mantenidos y decorados por sus tenderos conviven con otros que están vacíos o tapados. Uno, incluso, tiene un frigorífico en lo que debería ser un escaparate. Asimismo, muchos locales son utilizados como almacenes por los bares cercanos (uno de ellos como cocina), lo cual provoca olores y ruidos por los desplazamientos de barriles, mesas o cajas, según los comerciantes.

Pero entre los pasillos casi siempre desiertos de Galerías Goya hay quien resiste. Manuel y Rafael Hijano son los propietarios de Docombi, una tienda de abalorios muy próxima al exterior de las Galerías (lo que creen que es clave para su supervivencia) y que ya va por los treinta y dos años de vida. Y, según cuentan, el problema viene de lejos. Desde que ellos están ahí, dicen, no han funcionado las escaleras mecánicas, salvo en una excepción. «Cuando salió lo del IMFE, el propietario de la mayoría de locales puso a funcionar algunos tramos». Si no se mueven ahora es por la «enorme deuda de la comunidad», que ya sobrepasa los 40.000 euros, de acuerdo con las palabras de los hermanos Hijano. Recuerdan días en los que han estado ellos solos en las Galerías y aseguran que han pasado más de trescientos comercios por allí. «No creo que otra ayuda municipal sirviese de algo», opina Manuel Hijano.

Las tiendas de Galerías Goya siguen enfocadas a un público que busque algo alternativo. Camisetas personalizadas, muebles vintage, tocados hechos a mano, complementos artesanales, impresión 3D, quiromasajes, grabados. María José Valenzuela, presidenta de la Asociación de Comerciantes del Centro, lo sabe bien. Ella misma tuvo allí una tienda y admite que no sabe dónde está la solución. Propone un cambio en la comunicación de las galerías a través de un ‘community manager’ o incluso unas encuestas para saber por qué los malagueños no entran al centro comercial decano de Málaga.

Mientras tanto, los comerciantes siguen tras los mostradores, yendo a mercadillos, dándose a conocer. Saliendo por la calle Calderería y viendo algo de lo que no son partícipes.